Mi viaje a las Antípodas

Me dirijo a uno de los países más desconocidos  y lejanos  de todo el mundo: Nueva Zelanda.

En Wellington, la capital de Nueva Zelanda, encontramos todo tipo de estancias tanto hoteles de cinco estrellas hasta hostales o campings para los más aventureros, no importa el presupuesto, el alojamiento está disponible para todos los bolsillos.

Este país esta caracterizado por su baja densidad de población, así es siempre posible encontrar lugares tranquilos donde desconectar y estar a solas con la naturaleza, encontrando desde montañas llenas de nieve en sus cimas, playas doradas, selvas frondosas, lagos y espectaculares volcanes.

La comida neozelandesa  presenta una  gran variedad de platos exóticos con influencia de Asia y Polinesia. Estos menúes incluyen cordero al horno, pescados, mariscos, entre otras variantes.

 Una de las actividades más populares en épocas veraniegas es ir de campamento y dormir en cabañas en las montañas o cerca de una playa o un río, lejos del mundanal ruido y del bullicio de la ciudad, disfrutando de actividades al aire libre como la pesca, el kayak y las caminatas.
 
La cultura maorí es una atracción turística importante.  Los maorís son una etnia de Polinesia llegada a Nueva Zelanda  a través de canoas posiblemente de islas más al norte como Ratonga. Los turistas pueden tener contacto con las antiguas artes de esta etnia o comprar objetos de su fabricación artesanal.

La región centro de la Isla del Norte ha sido un destino turístico muy popular desde el siglo XIX, destacando sobre todo por los geisers activos y las fuentes termales naturales de Rotorua, autenticas bellezas naturales dignas de admirar por todo el mundo.

Además recomendamos visitar el zoológico de Wellington pues los kiwis, mascota oficial del país de Nueva Zelanda, es un tipo de ave muy extraña que no vuela, ni vive en los arboles como aves normales llamando así la atención de todo el que los precie.

Desde luego Nueva Zelanda no es un país que deje indiferente a nadie, sencillamente es fascinante.

Concluido  mi breve pero intenso viaje por las tierras oceánicas, me dirijo a las tierras británicas del viejo continente.

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